En una ciudad, se encuentra Alfonso, un chico de 32 años que trabaja en una tienda de anticuarios. En una mañana fría, le llega un cliente. El lo saluda y se presenta: mi nombre es Ernesto, quiero que revise que hay en el interior de este cofre y se lo vendo. Alfonso lo revisa y observa que tiene una cerradura en forma de un trébol. Alfonso pregunta al señor Ernesto si el cofre contenía alguna llave. Ernesto le dice: Se supone que tenía una llave de esa forma pero ignoro donde la deje. Alfonso extrañado le dice: pero ¿En donde la podrá haber dejado? Ernesto le comenta: creo puede usted abrirla. Alfonso en ese momento, busca un martillo y un clavo grande para poder abrir el cofre. Al abrir el cofre, Alfonso observa adentro y ve que hay un gran corazón plateado con una inscripción. En la inscripción, se menciona lo siguiente: el que pueda poner el corazón en la estatua del santo San Hipólito, obtendrá una gran fortuna. Alfonso entonces busca un artículo sobre el santo y recuerda que en un lugar de la ciudad hay una estatua del santo. Hace memoria y recuerda que hay una estatua en una iglesia cerca de su negocio. Alfonso le comenta a Ernesto: debería acompañarme a usted a la iglesia, luego vemos lo del cofre. Alfonso y Ernesto se meten a un auto que pertenece a Alfonso y deciden manejar hacia la iglesia. Atraviesan varias avenidas hasta llegar a una calle donde está la iglesia. La iglesia es grande y en ellos se meten Alfonso y Ernesto. Llegan a una parte del templo donde ven precisamente la estatua. Alfonso decide poner el corazón plateado en el pecho de San Hipólito y al ponerlo este brilla con intensidad. Entonces San Hipólito alza un brazo y saca un objeto curioso. Este objeto es un anillo con una inscripción curiosa que dice: lux inmortae. Ernesto agarra el anillo y se lo da a Alfonso y le comenta: creo que debes limpiar el anillo. Entonces regresan a la tienda de anticuarios y limpian el anillo. Al limpiarlo, ven que el agua donde pusieron el anillo brilla intensamente. El agua brilla con mucha claridad. Entonces el anillo sale volando y se pega en el techo. Ernesto voltea hacia el techo y agarra el anillo. De repente, del anillo sale un genio de color verde amarillo y con un turbante que les pregunta: ¿Que desean ustedes? Alfonso le dice al genio: Quisiera tener mucho dinero, necesito que mi negocio crezca. En ese momento, el genio le dice claramente: concedido. En ese momento, el genio aparece una caja con un candado. En ese momento, el genio les dice: si ustedes logran abrir la caja, el tesoro será suyo. Alfonso va de nuevo por un gran clavo y un martillo y golpea la caja con ella. Entonces, Alfonso nota que no se abre fácilmente. Le pregunta al genio: ¿Por qué no se abre la caja? El genio le dice: Primero tienes que sentir en tu corazón si realmente quieres ese dinero. Alfonso se queda pensando y le dice: Bueno si lo quiero pero tengo un problema con eso. El genio le pregunta: ¿Cuál es tu pregunta? Le dice: si lo necesito pero si me acaba el dinero ¿ Que podría hacer? El genio le responde: tu puedes volver a tener fortuna, pero solo si lo deseas de corazón. Alfonso entonces abre el cofre y ve que hay precisamente muchas monedas. El se queda contento y le agradece al genio. El le dice: dile a tu cliente que puede llevarse el anillo y el corazón. Agarra los objetos con gusto y los guarda en su mochila. Entonces Ernesto se despide de Alfonso y se retira de nuevo hacia su casa. Alfonso se sienta en su silla de escritorio y deja ahí el baúl con el dinero. Se acuesta en su cama y se duerme. En ese momento, aparece San Hipólito ante la cama y le dice: debes buscar una forma en como invertir el dinero. Alfonso se asusta y cae y rompe accidentalmente su despertador. Y entonces San Hipólito agarra el baúl y se lo lleva a otra parte. Alfonso se queda inmóvil en su cama pensando que hacer y decide irse a otra parte. Agarra un extinguidor y quiere lanzarlo contra San Hipólito pero se detiene y le dice: oye yo soy tu amigo, no enemigo. San Hipólito se sienta en una silla y le dice a Alfonso: si espero pases buena noche. Me llevaré el baúl y te dejo el dinero. En ese momento, se va y Alfonso decide dormirse bien.
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